Gago desertó de Chivas mintiendo a los jugadores y directivos, y llega al Necaxa prometiendo a jugadores y directivos 33c6e
LOS ÁNGELES -- El regreso de Fernando Gago al futbol mexicano enriquece la cancha, pero empobrece la ya dañadísima moral del futbol mexicano. Enciende una vela en la cancha, pero también enciende un cirio en el mustio y maltratado féretro de la exigua ética de la Liga MX.
Gago se fugó de Chivas y regresa a Necaxa. Desertó del Rebaño mintiendo a los jugadores y directivos, y llega a los Rayos prometiendo a jugadores y directivos.
Gago lo niega, pero la verdad salió a flote: él y su ahijado de bodas y promotor, Christian Bragarnik, pagaron los dos millones de dólares de rescisión en Chivas, tras ofrecerse a Boca Juniors, que, por cierto, aún no les liquida ese dinero.
Tras fracasar con los xeneizes, Gago es rescatado por Necaxa. El técnico argentino, representado por Fernando Hidalgo, otro de los achichincles de Bragarnik –según lo confirmó en su momento el mismísimo Diego Cocca–, llega con un salario inferior (1.9mdd) al de Chivas (2mdd) y Boca (3mdd).
Sin duda su retorno enriquece el futbol de cancha. Llegó a hacer jugar bien a Chivas, mejor que algunos de sus antecesores, pero no alcanzó lo conseguido por Veljko Paunovic, quien se quedó a 45 minutos de ser campeón, al reventarle el equipo por disturbios entre jugadores en el medio tiempo de la Final ante Tigres, según confesiones de Fernando Beltrán.
Gago tendrá un plantel similar al de Chivas. Si puede retener a José Paradela, tendrá una herramienta con la que jamás pudo contar en el Guadalajara, porque, de hecho, él le dio el tiro de gracia a una de los mayores derroches y errores del Rebaño como el Víctor Guzmán, al condenarlo a la banca.
¿Moral, ética, decencia, en su nueva irrupción en México? Gago querrá negarlo, pero irrespetó a Chivas tirando la chamba a medio torneo. Además, los jugadores lo han confesado, les mintió mirándolos a los ojos. Pero Necaxa decide dejar ir a Nicolás Larcamón a Cruz Azul y decide ir por Gago, importándole un cacahuate rancio si lastimaba o no al Guadalajara.
Ojo, entienda usted este desplante supremo de cinismo: Necaxa con Gago enfrentará en un amistoso a Chivas el 5 de julio en el Estadio Victoria de Aguascalientes. Y todos tranquilos. Es decir, si Amaury Vergara ya perdonó la burla de Gago, qué derecho tiene el resto, plañideras y jueces críticos, de cuestionar el proceder de Necaxa.
Fernando Gago fue presentado como nuevo DT de Necaxa, por lo que en la jornada 10 regresará a Guadalajara para enfrentarse a su ex equipo en esta nueva etapa.
Mientras tanto, Nicolás Larcamón llega a Cruz Azul, que echa a Vicente Sánchez a pesar de entregar mejores números que Martín Anselmi en su primer torneo con La Máquina, y además le entrega el título de Concachampions.
Un acierto de Cruz Azul fichar a Larcamón, pero ¿actuó decente y agradecidamente, con bonhomía y caballerosidad hacia Vicente? Absolutamente no.
Léase bien: cinismo de Necaxa, Chivas y Cruz Azul. Ciertamente, el futbol mexicano gana en cancha, con los compromisos para los entrenadores que llegan. Porque ambos serán sometidos al martirio de las comparaciones.
Es así de simple: Fernando Gago deberá superar lo hecho por Nicolás Larcamón, quien a su vez deberá superar lo hecho por Martín Anselmi y Vicente Sánchez.
El contraste es lo que vive Guillermo Almada. ¿Será que ha sido vetado por el Pacto de Caballeros que nunca ha existido, que no existe y que no existirá, pero que sigue vigente, latente y palpitante? Difícilmente. Por más que Jesús Martínez Patiño intente desprestigiar al técnico uruguayo, ya su liderazgo e influencia han menguado y pocos le harían caso.
Sin duda sería lamentable para el futbol mexicano perder a Guillermo Almada y que tampoco se presentara una oportunidad pronto para Vicente Sánchez, más allá de las acusaciones hechas por parte del oscurantismo de Cruz Azul: que está obsoleto, que detesta la tecnología, y que jugaba con demasiadas precauciones y limitada estrategia.
Almada llegó a ser codiciado, supuestamente, por Guadalajara, Cruz Azul y Tigres. Hasta este momento, se ha quedado como el perro de las tres tortas, tras romper lazos con el Grupo Pachuca, a raíz del motín de los futbolistas del Pachuca, que de cara al Mundial de Clubes se sublevaron contra su técnico por exagerada disciplina y exigencias que incomodaban su vida confortable, tras sellar el fracaso en el anterior torneo.
Guillermo Almada demostró que es capaz de armar un equipo competitivo, espectacular y además dar la oportunidad a jugadores jóvenes mexicanos. Sí, obviedad establecer esto, pero por ello sería lamentable que terminara en otras latitudes.
Y en el caso de Vicente Sánchez lo que entregó con La Máquina, entrando de relevo, enfrentando Judas dentro de la misma institución, merece consideraciones y respeto.
La realidad, sin embargo, para ambos, Almada y Vicente, es que no tienen un horizonte claro en México, a no ser esperar una oferta del exterior o aguardar a que empiece el descabezadero propio del torneo mexicano.
Al final, más allá de los habituales desechos tóxicos del futbol mexicano, como los mal paridos por la MultiPropiedad, especialmente los de Grupo Orlegi, Azteca y Caliente, habrá que esperar que algunos rescaten el espectáculo como Toluca, América, Cruz Azul, Necaxa, Monterrey, Tigres, y esperar que León reaccione tras ser devastado en su marginación en el Mundial de Clubes, y que Jaime Lozano logre armonizar con los jugadores golpistas del Pachuca.
¿Chivas? Al menos esta vez con Milito, tendrá tiempo para trabajar a fondo, aunque es evidente que necesita refuerzos y revitalizar futbolistas, a sabiendas de que Luis Romo, Javier Hernández y Alan Pulido son más pasado que futuro.